domingo, 19 de junio de 2011

Hoy llueve ...


Aquí ya no llueve... acabo de mirar por la ventana y mis flores me reclamaron por qué no las he regado. La lluvia fue algo así como un último aviso. Ella no sabía bien cuál era su papel, pero supo desde que una de sus gotas tocó una de las hojas, que su venida era esperada. Seguí mirando, esperando otra respuesta, pero nada sucedía.
¿Quién no sabía? Mis flores tenían una claridad innata. El único que no sabía y no sabe como cuidarlas soy yo. De repente, me sentí fatigado. Un dolor me invadía, pero ¿dónde? Intenté tocar mi cuerpo, pero no encontraba nada. Miré rápidamente las flores, mis flores.. Una sonrisa salía de ellas al verme tirado en el piso y con la corbata deshanudada mi pieza comenzó a dar vueltas en torno a un centro que no era yo. Todo era extraño, ya no estaba en mi habitación. No conocía esa casa, mis flores ya no eran mías, ya no llovía... El problema es que siempre es vertiginoso... existe una necesidad enorme de exacerbarlo todo, de hiperbolizarlo, de expresarse quizás.
Abrí los ojos, por fin. Me quedé varios minutos mirando el techo, intentando explicar mi sueño; eso sí importaba poco tenerlos abiertos o cerrados... La pieza oscura no hacía distinción entre pensamientos luminosos e ideas soterradas; la pieza estaba oscura de todos modos, y nada.. ni mis flores, ni tú podrían iluminarla.

Cuento a dos manos.
Edder Pino - Ivonne Araya

No hay comentarios:

Publicar un comentario